‘Si no me puedo fugar, me voy a hacer matar’: Aida Merlano en juicio de su hija
‘Si no me puedo fugar, me voy a hacer matar’: Aida Merlano en juicio de su hija
La excongresista reconoció en juicio que tenía un régimen especial en la prisión. La excongresista Aida Merlano Rebolledo, condenada por la Corte Suprema de Justicia por corrupción electoral y prófuga de la justicia, reconoció que entraba celulares a la cárcel y otros elementos prohibidos antes de su fuga.
Al comienzo de la audiencia, en la que declaró en el juicio que se adelanta contra su hija Aida Victoria Merlano Manzanera y el otontólogo Javier Guillermo Cely, dijo que declaraba desde Venezuela en donde estaba en calidad de detenida y bajo «la protección del gobierno de Nicolás Maduro».
Merlano Rebolledo dijo que entraba celulares a la cárcel El Buen Pastor, en Bogotá,en donde estuvo detenida hasta el 1.° de octubre de 2019, cuando se fugó. Así mismo, la excongresista señaló que ingresaba otros elementos como ropa y zapatos. Incluso reconoció que estando privada de la libertad, tuvo conferencias por zoom en las que una persona que identificó como Salvador le dio los detalles de su plan de fuga, mostrándole mapas del sitio del que iba a saltar para subir luego en una moto y escapar de las autoridades.
«Me mostraron planos, que izquierda y derecha, que yo no entendí muy bien porque en los planos me mostraban direcciones y la dirección del centro odontológico», indicó Merlano Rebolledo
La excongresista dijo en la audiencia que tenía dos celulares en la cárcel.
«Es normal que me entregaran un teléfono porque (en la cárcel) hacían batidas y quitaban los celulares y siempre en las remisiones yo metía un celular (al penal) sea que me lo entregara mi hija o alguna de mis asistentes», dijo la excongresista, que sostuvo que no es un secreto que se recibe «colaboración de las dragoneantes» para «los celulares y otras cosas».
Indicó que la cuerda con la que se fugó de un consultorio odontológico supuestamente se la lanzaron desde el exterior de su celda y que tuvo que ser un integrantes de la guardia pues solo ellos tenían acceso a ese lugar.
«Me la tiraron en la madrugada una semana antes por la ventana del patio, al frente de mi puerta, me golpearon y allí estaba la tula que llevé a la cita odontológica», dijo Merlano.
Sostuvo también que un par de semana previas a su fuga sabía de ese plan y se había preparado físicamente para lanzarse desde una ventana, pero dijo no saber con cuánto tiempo antes se planeó su escape por parte de la red que lo organizó.
«A mí no me requisaron (el día de la fuga), de hecho yo nunca he sido requisada por la guardia en ninguna remisión. He tenido un trato distinto», dijo la excongresista y señaló que cuando regresaba de las remisiones médicas a la cárcel «llegaba llena de ropa».
«Nunca se dio la orden de que me revisaran, la directora decía que yo era un persona que tenía un fuero diplomático y que se tenía que tratar de manera diferente a las otras reclusas», explicó.
Es de recordar que la excongresista salía de la cárcel a someterse a tratamientos médicos, varios de ellos estéticos, como un diseño de sonrisa, y contó que sus hijos y sus asistentes la acompañaban a esas remisiones.
Su papá sabía de la fuga
Durante la audiencia en la que negó que su hija o el odontólogo Cely supieran de su plan de fuga, Merlano reconoció que su padre sí estaba enterado de su huida.
Dijo que no le contó a sus hijos de la fuga porque ellos «no se lo iban a permitir», pero que le contó a su padre para que él le diera explicaciones a la familia.
«Antes de que tomara la decisión de la fuga estaba desesperada (…) hablé con mi padre y le dije y él me preguntó que qué posibilidad había de que la fuga tuviera éxito y le respondí que había una posibilidad del 80 por ciento y un 20 por ciento de que me cojan, pero a mí no me van a agarrar, entonces hay un 20 por ciento de que me encuentren muerta, sino me puedo fugar me voy a hacer matar, prefiero estar muerta que volver a la cárcel», recordó haberle dicho Merlano a su padre.
Él le respondió, según su recuento, que aceptaba esa situación porque él «también estaba muerto en vida. Me dijo ‘si te toca dejar la sangre en el ruedo, déjala, pero déjala con dignidad’ «.
Añadió que le pidió que luego de la fuga se reuniera con la familia y les diera fuerza y les dijera que en seis meses se iba a resolver su situación jurídica, porque así se lo aseguraron las personas que planaron su fuga.