El expediente secreto de un exagente de la CIA en Colombia
El expediente secreto de un exagente de la CIA en Colombia
Fuente> EL EXPECTADOR (Ver Noticia Original)
Se trata de James Lee Atkins, antiguo jefe de seguridad de la Drummond en Colombia. Fue sacado de ese organismo de inteligencia por colaborar con la Contra en Nicaragua en los años 80. También, es señalado de haber sido uno de los puentes entre la multinacional y los paramilitares. La carbonera rechaza cualquier relación con grupos armados.
En la investigación de la Fiscalía contra seis directivos y exdirectivos de la carbonera Drummond por supuesta financiación a los paramilitares y el asesinato de dos líderes sindicales, aún no se ha indagado a fondo sobre uno de los nombres que aparece mencionado cada tanto en los cientos de páginas que tiene el trascendental expediente. Se trata de James Lee Atkins, exjefe de seguridad de la multinacional en Colombia, antiguo funcionario de la Embajada de Estados Unidos y agente de la CIA que, según tres personas que lo conocieron durante su paso por el país y documentación del gobierno de EE. UU, participó en operaciones encubiertas en Nicaragua, Irak y Camboya para ese organismo de inteligencia.
El Espectador también conoció una extensa entrevista al propio Atkins, que da cuenta de cuáles fueron sus pasos a la sombra mientras fue agente de la CIA y cómo llegó a encargarse de la seguridad de la infraestructura de la de carbonera, la cual era constantemente atacada por las guerrillas del Eln y las Farc en los años 90. El documento más revelador sobre el pasado de Atkins es el Reporte Walsh, informe elaborado tras destaparse el escándalo de Irán-Contra durante la administración de Ronald Reagan. En ese momento se supo que el gobierno de EE. UU financió a la Contra en Nicaragua y le vendió armas a Irán, acciones que estaban prohibidas por el Congreso.
En agosto de 1993, cuando Walsh publicó el informe, varios de los implicados en el escándalo fueron indultados por el ya posesionado George Bush; pero el nombre de Atkins no figuraba en los grandes titulares de prensa, así que pasó de agache. En el informe, de más de 200 páginas, la actuación del exjefe de seguridad solo aparece en una página, aunque no se dan mayores detalles de cómo logró camuflar esos pagos en las cuentas de la CIA. Walsh reclamó que el gobierno de Bush padre y la propia agencia de inteligencia torpedearon su investigación independiente y la impunidad de la que gozaron los altos cargos de la administración de Reagan y los agentes involucrados en el escándalo.
La supuesta financiación a las Auc
Este episodio sobre la financiación a la Contra en Nicaragua cobra relevancia ahora que la Fiscalía, como reveló este diario en agosto pasado, les puso la lupa a una serie de contratos y transacciones financieras que celebró la Drummond entre 1996 y 2001 con la empresa Industrial de Servicios y Alimentos (ISA). El representante legal de esa compañía era Jaime Blanco Maya, encargado de proveer las comidas de los trabajadores. La relación comercial terminó en 2001 (a pesar de que el convenio iba hasta 2002), cuando Blanco Maya cayó en el radar de la Fiscalía.
En 2012, el portal periodístico Verdad Abierta señaló que Blanco les había dicho a las autoridades que hubo sobreprecios por un 40 % en el valor de la comida para poder financiar a las Auc. En el reciente informe la Fiscalía señaló que “entre los precios unitarios inicialmente cotizados por las tres comidas, pasa de la primera cotización en noviembre de 1995 de $8.240 a $11.777 en julio de 1996 (precio final contratado), aumentándose el precio unitario en un período de siete meses, en $3.537, que equivale al 42,92 % del precio inicial (…) Se presenta un mayor valor registrado en la contabilidad de la empresa Drummond, en las cuentas de costos por servicios de alimentación” con ISA.
En su respuesta, la carbonera también dijo que frente a este peritazgo solicitaron aclaraciones a la Fiscalía y, una vez se tuviera respuesta de este requerimiento, se evaluaran las posibles objeciones a las que haya lugar. El ente investigador comparó las facturas de otros proveedores de comida de la Drummond con las de Blanco Maya y encontró que los precios facturados por ISA, para los años 1995 y 1996, fueron siempre superiores a los proveedores examinados. Con el primer contratista, el auditor forense determinó que los precios de ISA fueron superiores un 57 %, mientras que con la segunda fue en un 54 %.
En 2012, Jaime Blanco Maya —excontratista legal de la Drummond, condenado en 2013 por el homicidio de dos empleados de la compañía— contó que el jefe paramilitar alias el Tigre lo contactó en 1995 para que sirviera de intermediario y que los dineros de la Drummond llegaran a los paras. Blanco dijo que le transmitió el mensaje a Atkins y que este, a su vez, le llevó el mensaje a Garry Drummond, presidente de la compañía. “Después de un viaje a Estados Unidos, Atkins me dijo que al señor Drummond le había gustado la idea, pero que teníamos que mirar la forma de conseguir los recursos para las Auc. La ley no les permitía sacar dinero para estos grupos y tenían unos sistemas de contabilidad muy estrictos”, señaló Blanco Maya en ese momento.
Sobre cómo llegó Atkins a la compañía existe un testimonio que brindó el propio exagente al abogado estadounidense Terry Collingsworth, quien es el representante de víctimas en ese país de las Auc. Durante la extensa entrevista, Atkins manifestó que cuando fue entrevistado por directivos de la Drummond (Bill Phillips, jefe de seguridad, Curt Jones, abogado de Drummond, y Mike Tracy, presidente de Drummond) señaló que estaba seguro de haberles informado a los miembros de la compañía en qué circunstancias salió de la CIA; que firmó su contrato el 1° de junio de 1995 y de inmediato partieron para Colombia.
“El resto de la preocupación para nosotros es desde Fundación hasta La Ciénaga, por donde pasan nuestros trenes diariamente. Sé que hay algunos grupos paramilitares pequeños y bastante efectivos que operan en nombre de los productores de banano y palma africana en esta área. Sé que el Gobierno está muy preocupado por esta zona por lo que ha pasado en Urabá. Hay informes de alborotadores que operan en la región bananera; por lo tanto, el Gobierno ha decidido hacer un esfuerzo para organizar a los grupos paramilitares en la región en un grupo paraguas controlado por el Ejército. La legislación reciente permite la formación de estos grupos bajo el plan Operación Convivir”, señaló Atkins en el documento.
Los datos oficiales sobre el tiempo que Lee Atkins estuvo en el país son contradictorios y acrecientan el misterio que existe sobre su figura. Según información de Migración Colombia, Atkins ingresó en 109 oportunidades a Colombia. La primera se registró el 18 de julio de 1996 y la última fue el 20 de marzo de 2001. Sin embargo, José Miguel Linares, actual presidente de Drummond en Colombia, le dijo a la Fiscalía que Atkins trabajó con ellos desde el 1° de junio de 1995 hasta el 20 de diciembre del 2000. El alto directivo, que a principios de la década era el vicepresidente para asuntos corporativos, dice que trabajó como asesor externo de seguridad hasta agosto de 2001.
Atkins también contaba —dice la fuente— que estuvo en Camboya, en donde la CIA formó un grupo paraestatal en los años 60 y 70 con el fin de contrarrestar las fuerzas comunistas en Vietnam. Sin embargo, este diario no pudo constatar que el exjefe de seguridad de la Drummond haya estado en Irak y Camboya. A su salida de la Drummond, dos fuentes coinciden en que estuvo trabajando en la base militar de Tres Esquinas, en Caquetá. Esa base militar, construida por Colombia durante la guerra contra Perú, fue equipada por el gobierno gringo para convertirla en una fortaleza antinarcóticos y en la que muchos militares de ese país, como Atkins, tienen como paso casi que obligatorio cuando entran a Colombia.
Blanco Maya le contó a la Fiscalía que sirvió como puente entre Atkins y Jorge 40. El exjefe paramilitar, según Blanco, quería preguntarle a Atkins que si, con sus contactos en inteligencia de EE. UU., podía averiguar si ese gobierno lo investigaba por narcotráfico. El excontratista de la multinacional dijo que este episodio ocurrió antes de febrero de 2003. Recuerda que el día que se gestionó esa reunión se estaba grabando en el aeropuerto de Santa Marta un capítulo de la novela “La costeña y el cachaco”, de RCN. El propio Maya radicó un derecho de petición al canal para que aportaran información de cuándo se realizó esa grabación, pero esa solicitud nunca fue resuelta.
La Drummond sostiene que tanto Blanco Maya como los exparamilitares mienten. Fundamenta su señalamiento en un documento de diciembre de 2015, emitido por David Procter, juez del Distrito Norte de Alabama, en el cual se lee que todos los testigos que declararon contra Drummond en un proceso civil en Estados Unidos recibieron pagos del abogado Terry Collingsworth, director de la organización de derechos humanos International Rights Advocates, la cual representa a víctimas del paramilitarismo: “Después de recibir pagos directa o indirectamente por Collingsworth, tanto Blanco Maya como otros testigos falsos en las cárceles colombianas cambiaron su testimonio y afirmaron que Drummond había hecho pagos a las Auc”.
El abogado Terry Collingsworth le ha dicho a la Fiscalía colombiana: “Es falsa la acusación hecha por la Drummond y sus abogados de que soborné a testigos para que cambiaran su testimonio para que dijeran que la empresa financió y colaboró con las Auc (…) He revelado completamente todos los pagos que hice en el caso Drummond y no hubo pagos hechos por mí ni por mi equipo a ningún testigo. En cambio, en cada caso, proporcioné fondos para permitir que los familiares de un testigo fueran trasladados a un lugar seguro para evitar que fueran heridos o asesinados en represalia por el testimonio rendido con sinceridad y verdad sobre el financiamiento y la colaboración de Drummond con las Auc”.