En la pelea con la JEP por el cartel de la toga, a la Fiscalía le salió el tiro por la culata
En la pelea con la JEP por el cartel de la toga, a la Fiscalía le salió el tiro por la culata
Fuente: EL ESPECTADOR (Ver Noticia Original)
El ente investigador le había pedido a la Corte Constitucional que definiera quién debía juzgar al exsenador Álvaro Ashton por el cartel de la toga. El alto tribunal no solo dejó el expediente en la JEP, sino que le aclaró a la Fiscalía que no puede proponer conflictos de competencia.
Hace unas semanas, la Corte Constitucional decidió mantener en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) el expediente que tiene Álvaro Ashton por el cartel de la toga. La justicia creada con el Acuerdo de Paz concluyó que el escándalo de sobornos judiciales que se fraguó en la Corte Suprema tiene una relación indirecta con el conflicto. Y, aunque la Fiscalía contraatacó buscando que el proceso se quedara en la justicia ordinaria, el máximo tribunal constitucional concluyó que se puede quedar en la JEP, por una razón inédita: el alto tribunal dijo que el ente investigador no tiene funciones de juez y, por ende, no puede proponer conflictos de competencias.
Aunque suene leguleyo, la explicación de la Corte tiene opiniones encontradas entre penalistas y expertos, por las consecuencias que llegaría tener en otros grandes crímenes, cuyos protagonistas pueden buscar refugio en la JEP, sin que la Fiscalía tenga mayor espacio para oponerse. Y es que, según la decisión del alto tribunal, el ente investigador “no podía formular legítimamente un conflicto de jurisdicciones”, con lo cual se desinfla el tan sonado choque de trenes que llevó al entonces fiscal general (e) Fabio Espitia a decir: “Para la Fiscalía el acto de corrupción no tiene y no puede tener ninguna relación con el conflicto”.
Para el abogado Yefferson Dueñas, quien hizo parte de la defensa del Gobierno Santos cuando la Corte Constitucional estaba revisando la creación de la JEP, esta nueva interpretación del alto tribunal es “correcta” y “coherente” con la forma en la que fue concebida el sistema de justicia, verdad, reparación y no repetición. “No es una decisión perjudicial ni para la JEP ni para la justicia ordinaria porque lo único que hace es facilitar que sea la JEP la que tome sus decisiones y, hasta el momento, lo ha venido haciendo. A primera vista parecería que obstaculiza el trabajo de la Fiscalía, pero en el fondo lo que hace es dinamizar las decisiones”, asegura.
Ángela María Buitrago, exfiscal y doctora en Derecho, tiene otra mirada: “A mí me parece gravísimo porque eso quiere decir que no solo todos los procesos de paramilitarismo, parapolítica, refundación del Estado (como el pacto de Ralito), entre otros, podrían entrar a la JEP; sino que todo lo que hicieran después los implicados para falsear testimonios, cooptar pruebas, y, en general, para hacer fraude procesal, ¿tienen relación con el conflicto de manera indirecta? ¿Todo lo que hagan después del delito que le dio competencia a la JEP, todo es de la JEP? No creo. Ahí se acaba la justicia ordinaria porque todo tendría una relación con los 60 años de violencia en Colombia”.
El abogado Dueñas cree que cuando la JEP asuma el conocimiento de cualquier caso que esté en el régimen de la Ley 600 del 2000, la Fiscalía no debería oponerse, pues de entrada se intuye que son crímenes que llevan, por lo menos, 15 años sin arrojar mayor avance en las investigaciones. “Nada justificaría que lo que en 15 años no ha podido hacer la Fiscalía, ahora no se lo permita hacer a la JEP. Es decir, si ya tuvo década y media para adelantar un proceso y no pasó de la instrucción, pues definitivamente muestra una paquidermia. Lo más lógico es que sea la JEP, bajo un esquema de verdad y reparación, la que desenrede esa verdad del conflicto”, asegura.
La JEP ha insistido que revisa la admisión uno a uno, lo que para Buitrago es problemático por “la indeterminación de los criterios”. Sin embargo, con el mismo cálculo que fue admitido Ashton, ya ganó pista, por parapolítica y cartel de la toga, el exsenador Musa Besaile. Y los encontronazos de la JEP no paran: ya el procurador Fernando Carrillo dijo que ese sistema no podía convertirse en el “escampadero de los corruptos” y la Corte Suprema advirtió de posible fraude cuando fue admitido allí el condenado exgobernador de Sucre Salvador Arana. El debate judicial está encendido, pero Arana, Ashton, Besaile y otros tantos, siguen gozando de los beneficios de la JEP.