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Entre la vida y Elite uno de los mayores desfalcos financieros

Entre la vida y Elite uno de los mayores desfalcos financieros

Entre la vida y Elite uno de los mayores desfalcos financieros

Fuente: EL ESPECTADOR (Ver Noticia Original)

Desde que estalló el escándalo de las libranzas, 6.487 víctimas esperan algún resarcimiento económico. Algunos de ellos murieron esperando justicia.

La liquidadora de Elite, María Perry, cree que es poco probable que se recupere todo el dinero. / Getty Images

Zeneida Garzón es una fonoaudióloga que en 2014 escuchó sobre Elite International Américas S.A.S. por medio de un asesor, quien le dijo que era una próspera empresa del mercado de libranzas que prometía rendimientos anuales del 9,15 % al 12 %. Escuchó atentamente la propuesta en compañía de su esposo y ambos decidieron invertir $60 millones: $45 millones de cesantías y $15 millones de ahorros. Ese dinero era para la universidad de su hija mayor, que en ese momento cursaba octavo grado. “Viendo la opción de la rentabilidad de la inversión, decidimos hacerle porque nos prometieron que era seguro y confiable”, narró Garzón a El Espectador.

La pareja formalizó la propuesta. Consignaron el dinero y recibieron un contrato con una certificación de tenencia de las libranzas que supuestamente adquirieron. Lo mismo ocurrió con Ana Cecilia Suárez y su hija, Nathaly Sáenz, quienes invirtieron $80 millones. Era el sobrante de la compra de un apartamento tras la venta de su casa en Bogotá. Sáenz relató que su madre buscaba estabilidad económica porque ya no quería trabajar como estilista. En 2016 firmó el contrato con Andrés Celis, hijo del asesor Carlos Alberto Celis, para invertir sus ahorros. “Conocimos el negocio por el papá de mi mejor amiga”, explicó Nathaly. Las decisiones de ambas familias traerían consigo preocupaciones futuras.

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La captadora ilegal

De acuerdo con la Superintendencia de Sociedades y la Fiscalía, Elite resultó ser una sociedad que captó ilegalmente alrededor de $1,2 billones con el negocio de las libranzas, un escándalo financiero que superó con creces la debacle de Interbolsa. El ente investigador —según el escrito de acusación que publicó este diario el pasado 9 de enero— aseguró que la empresa estableció “un esquema ilícito que se ocultaba detrás de un modelo de negocios con apariencia de legalidad” y que contaba con 996 asesores. Además, que existió una alianza con cooperativas que crearon pagarés falsos para soportar la operación criminal.

La Fiscalía explicó que Elite ofrecía altas tasas de rentabilidad para camuflar la venta de libranzas sin respaldo alguno. En el expediente se evidenció que se vendieron 58.932 pagarés, de los cuales la mitad eran falsos. Asimismo, que Elite, para no levantar sospechas de entidades de control, cruzaba cuentas con las cooperativas, es decir, que mientras la primera se aseguraba de pagar a los inversionistas con plata de nuevos clientes para generar flujo de cartera, las segundas crearon libranzas fraudulentas para legalizar la operación. La estafa sucedió entre 2012 y 2016, tiempo en el cual la empresa operó en el país y los inversionistas consignaban sus ahorros.

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En pérdidas

Mientras la ilegalidad de esta operación salía a la luz pública, al esposo de Zeneida Garzón le diagnosticaron leucemia linfoide aguda, un tipo de cáncer que ocurre cuando una célula de la médula ósea presenta errores en su ADN. Mientras asimilaban esta situación, al cónyuge de Garzón, médico de profesión, le tranquilizaba que la inversión en Elite generara dividendos para la universidad de su hija. “Yo hablé —expresó Garzón— con el asesor Carlos Robledo. Le dije que mi esposo estaba enfermo y que no sabía si sacar la plata. Estábamos en quimioterapias y pasábamos la mayor parte del tiempo en la clínica. Carlos me dijo que no, que cómo iba a hacer eso si la plata tenía muy buena rentabilidad”.

En 2016, y después de otras cuatro reinversiones en Elite, Zeneida Garzón tomó la decisión de retirar el dinero por la situación económica que vivía su familia, en parte por los gastos que requería para atender las dolencias de su esposo. Sin embargo, su asesor le mintió nuevamente y le dijo que haría un mal negocio: “Ustedes se comen esa plata y el objetivo, que es la universidad de la niña, no lo van a cumplir”.

La situación de la familia Garzón era similar a lo que vivía Nathaly Sáenz con su madre Ana Cecilia Suárez, a quien le dolía hacer sus necesidades fisiológicas. Se presentaba con insistencia a la EPS, pero su diagnóstico no pasaba de una hemorroides. “Una médica particular le recetó a mi mamá un medicamento y no funcionó”, comentó Nathaly.

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La situación se agravó para ambas familias el 7 de julio de 2016, cuando la Supersociedades sometió a control a Elite por la cesación de pagos a inversionistas. “En Elite me dijeron que estaban frenadas las consignaciones por una auditoría, pero que no me preocupara porque nos daban la plata tan pronto terminara el procedimiento”, relató Zeneida Garzón. Aunque su asesor Carlos Robledo le explicó que eran procedimientos de rutina, empezó a preocuparse. Por su parte, Nathaly Sáenz contó que todo “era una incertidumbre porque el asesor Carlos Alberto Celis decía que era culpa de las cooperativas. Nos hacía guardar la esperanza de que la situación se iba a normalizar”.

El panorama resultó ser el más dantesco para los Garzón y las Suárez, pues no solo perdieron su plata, sino que el estado de salud de sus seres queridos empeoró. En el caso de Zeneida Garzón, en una etapa crítica de su lucha contra el cáncer, su esposo asistió, como pudo, a una reunión en agosto de 2016. Fue ahí cuando les dijeron que no les podían hacer más pagos porque a Elite lo habían intervenido. “Ese día llegamos a la casa desconsolados, lloramos y yo le dije a mi esposo que lo importante era su salud”. Después de enfrentar una neumonía y varias enfermedades secundarias a la leucemia, como una afección que le producía hipo permanente, el 17 de septiembre de 2016 falleció.

“A mi esposo le hicieron un trasplante de médula por la leucemia, pero no le funcionó por la situación que Elite le produjo. Como su esposa, la que lo acompañó en toda la enfermedad, digo que el fallo en el trasplante se debió a la presión y a la baja de defensas que vivió por cuenta de este proceso y de la situación económica. Yo sé que el motivo fue la depresión por la estafa de Elite, porque vio volar todos sus sueños, sus ahorros y la posibilidad de que la niña estudiara en una buena universidad. Para poder soportar los gastos de mis hijos, arrendé un cuarto y un parqueadero de mi casa. Además, por mi condición, el colegio le dio media beca a mi hijo menor”, concluyó Zeneida Garzón.

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Nathaly Sáenz contó que a su mamá le practicaron una colonoscopia y los resultados arrojaron cáncer de recto. “Fue terrible porque se deterioró, se desdibujó y al final ya no se movía. También deliraba. Fue muy duro para toda la familia. Preocupada por su dinero, murió el 1° de abril de 2018 a los 59 años. Ella siempre pensó en que su salud se iba a recuperar y que lo mismo iba a pasar con el dinero que invirtió. Pero eso nunca pasó”. Los casos de Garzón y Sáenz no fueron los únicos en los que víctimas de Elite murieron esperando el reembolso de los dineros invertidos. El Espectador entrevistó a los familiares de otros tres inversionistas que fallecieron esperando el reembolso de sus dineros y claman justicia con los procesos judiciales. Piden la devolución de sus dineros y condenar a los responsables.

Por ejemplo, la hija de una inversionista, que prefirió omitir su nombre, supo de Elite por medio de una persona cercana a su esposo. Le comentó el negocio a su madre, calcularon las ganancias e invirtieron $50 millones. La señora contó que a su madre de 80 años le detectaron una enfermedad y vieron en Elite una posibilidad de solventar los gastos de la recuperación. Aunque no detectaron alguna irregularidad, las dudas comenzaron por el retraso de los pagos prometidos. Elite fue intervenida y su madre, esperando la devolución de los ahorros que logró durante su vida, murió el 29 de junio de 2018. Otra de las víctimas dijo que él y su madre destinaron $100 millones con la esperanza de un futuro mejor.

“Cuando supimos que se trató de una estafa, mi madre sufrió un accidente cerebrovascular. Lloraba mucho por su dinero, pues eran los ahorros que le dejó mi padre. Fue una situación muy tenaz porque dejó de verse con sus amigas y empezó a entrar en desconfianza con todo el mundo. Finalmente murió”, narró la víctima. Otra de las inversionistas, quien reside en Estados Unidos, destinó una “buena cantidad” de dinero producto de la herencia de su madre. Cuando llegó a Colombia fue abordada por una asesora y, atraída por la propuesta, dejó el dinero en manos de Elite. Sin embargo, nunca le cumplieron con las ganancias que le prometieron.

Las libranzas fueron vendidas a 6.487 inversionistas, que hoy son las víctimas de este desfalco, tienen cerca de $440.000 millones embolatados mientras los directivos de Elite están libres. Ellos son José Alejandro Navas, Marino Salgado y el español Francisco Javier Odriozola, socios fundadores de Elite, creada el 13 de mayo de 2011. Junto a ellos también son investigados Jorge Enrique Navas Vengoechea, hermano de José Alejandro Navas y vicepresidente financiero, y José Felipe Salgado, encargado de auditar los negocios de Elite.

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“Vendrá un nuevo pago”: liquidadora

La agente liquidadora de Elite, María Mercedes Perry, dijo a este diario que el año pasado se hizo una devolución de cerca de $1.500 millones y que las víctimas están ad portas de recibir una segunda indemnización. “Estamos esperando a que la Superintendencia se pronuncie al respecto, porque es la entidad que autoriza los pagos y además sabe de cuánto es el valor de la segunda devolución”. La liquidadora añadió que este dinero provendrá de los activos y de los bienes de las personas intervenidas por este caso.

Respecto a la solicitud de las víctimas de la devolución total del dinero, Perry manifestó que es “baja la probabilidad”. Y agregó: “Todo depende del dinero que se puede recuperar y del recaudo de las libranzas y los bienes que se hayan podido identificar. Una de las mayores preocupaciones es la falta de información por parte de las originadoras, que son las entidades que vendían las libranzas, y de las comercializadoras, como Elite, que no tenían claras las cuentas que existían entre las ventas y compras”, concluyó.

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