Los excapitanes de la Guardia Bolivariana que habrían traficado con el “Loco” Barrera y “Comba”
Los excapitanes de la Guardia Bolivariana que habrían traficado con el “Loco” Barrera y “Comba”
La justicia de EE.UU. reiteró que quiere, además de a Nicolás Maduro, a los exoficiales Vassyly Villarroel y Rafael Villasana. El primero está en la Lista Clinton y habría ayudado a ingresar droga a Venezuela desde Colombia.
La justicia de Estados Unidos asegura que entre Venezuela y Colombia, por medio del llamado Cartel de los Soles y las Farc, se tejió un complot de narcoterrorismo para introducir cocaína a ese país y también usarla como arma en contra de la población estadounidense. En esa conspiración habrían participado, además del presidente Nicolás Maduro —quien negó la acusación y la tildó de “extravagantemente extremista”—, antiguos oficiales que un día fueron orgánicos al chavismo, como los generales (r) Hugo Carvajal y Clíver Alcalá. Y también funcionarios venezolanos que, aunque ostentaban rangos menores, también habrían sido piezas claves en este negocio de narcotráfico.
El indictment (acusación) en su contra, sin embargo, o los señalamientos por nexos non sanctoscon narcos colombianos, son un asunto de vieja data. El documento fue radicado ante la Corte del Distrito Este de Nueva York en marzo de 2011 y la fiscal que confirmó la acusación en 2013 fue nada más y nada menos que Loretta Lynch, la segunda mujer (y primera mujer negra) en convertirse en fiscal general de EE.UU. Allí se lee que ellos participaron en la comercialización de, cuando menos, 52 toneladas de cocaína entre 2004 y 2009, época en que en Venezuela el presidente era Hugo Chávez. Para EE.UU., todo el Cartel de los Soles surgió en 1999, año en que Chávez llegó al Palacio de Miraflores.
Vassyly Villarroel y Rafael Villasana son capitanes retirados de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y, de acuerdo con el indictment, se aprovecharon de su cargo y “arreglaba(n) el traslado de la cocaína desde la frontera colombiana a Caracas, Venezuela, y desde Caracas a varios aeropuertos y puertos marítimos usando vehículos oficiales del Gobierno, incluidos camiones y carros”. Pero el tema, según han documentado las agencias estadounidenses, iba mucho más allá de una tarea operativa. Así lo dejó saber en agosto de 2013 Adam J. Szubin, entonces director de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, en inglés), cuando Villarroel ingresó a la Lista Clinton.
En julio de 2015, Vassyly Villarroel fue detenido por las autoridades venezolanas que, en vez de entregarlo a los Estados Unidos, optaron por procesarlo en su propio territorio. El ministro de Justicia de ese país para la fecha, Gustavo González, confirmó la captura y señaló que Villarroel también estaba involucrado con Frank Tello, un narcotraficante con el cual, supuestamente, “trasladaban cocaína desde Colombia a México y luego ingresaban a territorio norteamericano”. La Fiscalía del vecino país presentó seis cargos en su contra: narcotráfico, lavado de activos, asociación para delinquir, ocultamiento de armas de fuego y de guerra, uso de documentos falsos y usurpación de identidad.
Un año más tarde, en mayo de 2016, la Fiscalía envió una solicitud al Tribunal Supremo de Justicia y quedó en manos del magistrado Maikel Moreno, hoy presidente del alto tribunal. Estados Unidos, según anunció el fiscal general William Barr el pasado jueves 26 de marzo, también va por la cabeza de Moreno, pues no entiende cómo, por ejemplo, ganando anualmente no más de US12.000 y con el devaluado peso venezolano, estuvo en la capacidad de mover US$700.000 de una cuenta de Miami a una en Puerto Rico en 2017. La justicia estadounidense cree que ese dinero proviene de actividades ilícitas, y que él ha lavado “decenas de millones de dólares” de sobornos o de actos corruptos de la justicia venezolana.
Desde entonces, de su caso no se sabe mucho. El Espectadorpreguntó a fuentes del Gobierno venezolano si finalmente fue extraditado, pero al cierre de esta edición no habían contestado. En la página del Gobierno estadounidense, donde se indica el lugar de reclusión de cada interno, no aparecen ni él ni Villasana, quien fue llamado a juicio en mayo de 2016. Según el portal Cuentas Claras Digital, especializado en temas de corrupción y blanqueo de capitales, lo acusaron “por presuntamente estar vinculado con hechos de legitimación de capitales, a través de empresas de maletín que poseía en conjunto con el capitán retirado de ese mismo componente castrense Vasily Kotosky Villarroel”.
A Villasana lo capturó el comando antidrogas de la Guardia Nacional Bolivariana —a la que él mismo perteneció— el 13 de marzo de 2016 en una posada cerca del Parque Nacional Morrocoy, una reserva marina y joya venezolana. Quien divulgó la noticia de su arresto fue el general Néstor Reverol, entonces comandante de la GNB. A él también lo quiere hoy la justicia estadounidense: según el indictment en su contra, que se radicó en enero de 2015, Reverol, mientras fue cabeza de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA), recibió dineros calientes a cambio de ayudar a narcotraficantes. La droga, supuestamente, salía de Colombia hacia Venezuela y de ahí hacia Centroamérica.
De Adriana Suppa Peñate, en cambio, no se sabe más que lo que contiene el indictment en su contra: que, como agente de aduanas, hacía los arreglos necesarios para ubicar la cocaína que entraba desde Colombia en portacontenedores, que salían desde puertos venezolanos hacia Puerto Cabello, en México. El fiscal William Barr anunció todos estos cargos —a pesar de que algunos llevan años ya radicados, como los de Villarroel, Villasana y Suppa Peñate— el pasado jueves 26 de marzo, señalando que así se comprobaba que en Venezuela se enquistó un régimen corrupto gobernado en nombre de los intereses del Cartel de los Soles y en alianza con las antiguas Farc.
“Estas acusaciones exponen la corrupción sistémica y devastadora en los más altos niveles del régimen de Maduro”, dijo ese jueves Uttam Dhillon, administrador(e)de la DEA. Analistas políticos, sin embargo, se han preguntado si acaso el presidente Trump quiso hacerle ruido a este asunto justo ahora para desviar la atención de su manejo del nuevo coronavirus en EE.UU., donde reporta casi 160.000 contagios y cerca de 3.000 muertes. Este lunes 30 de marzo, Nicolás Maduro envió una carta a “gobiernos del mundo”, en la que señaló que Estados Unidos, al ofrecer recompensas para capturarlo a él y a otros líderes del chavismo, “está conduciendo a un peligroso momento de tensión en el continente”.